lunes, 22 de enero de 2018

MESOPOTAMIA



 

Mesopotamia es la religión más antigua de la que se tiene  un conocimiento real y suficientemente explícito, gracias a la cantidad de monumentos exhumados, incluso en ruinas lugares, imágenes y objetos de culto, y sobre todo por una documentación prodigiosa de varios cientos de miles de documentos indígenas, inteligibles y a menudo detallados.
La  religiosidad mesopotámica, estaba constituida, ante todo, por un sentimiento «centrífugo» de temor, respeto y servilismo con respecto a lo Divino; que esto último era representado según un modelo humano (antropomorfismo), y estaba repartido en toda una sociedad de seres sobrenaturales, de «dioses» (politeísmo), cuyas necesidades los hombres tenían el deber de satisfacer, y cuyas órdenes debían cumplir con toda abnegación y sumisión, pero también con la generosidad y el fasto que se consideraba podían exigir tan eminentes personajes. Por otra parte, se trataba, resuelta y exclusivamente, de una «religión prehistórica», sin «escrituras santas», sin autoridades religiosas, sin «dogmas», sin ortodoxia, sin ortopraxis, sin fanatismo, y que evolucionaba con indolencia, a merced de la cultura de la que no era sino un reflejo, según el tiempo y los acontecimientos.



MESOPOTAMIA, LA RELIGIÓN MÁS ANTIGUA
La religión mesopotámica no es un simple conjunto de ideas anecdóticas en la historia. Los pueblos semitas (asirios, sirios, hebreos, fenicios, etc.) conservaron, con matices, mucho del fondo religioso sumerio: los nombres, los atributos, y los mitos de las grandes divinidades.
LOS DIOSES MESOPOTÁMICOS
Hubo, sin duda, muchos dioses en el panteón mesopotámico. Incluso es difícil saber si un mismo dios no era nombrado de diferentes formas según, por ejemplo, la ciudad en la que se lo adoraba, en ese sinfín de divinidades que posteriormente citan los textos clásicos, se destacan algunas figuras que son el resultado de la fusión de dioses sumerios y de otros pueblos semitas: Anú: dios del cielo, Enlil, dios de la tierra, y Ea, dios de las aguas y del mundo subterráneo.
A los grandes fenómenos naturales correspondían otros dioses, también universales para estos pueblos. Por ejemplo, Sin, era el dios de la luna, Abad, el dios de la tempestad y la lluvia que traía la abundancia, y Shamash el dios sol, de rol central para la vida, la verdad y la justicia. En Mesopotamia se destacaron algunos dioses con un destino excepcional: la diosa Istar y el dios Marduk.  Istar (o Ishtar), la diosa del amor y de la fertilidad, era al mismo tiempo la diosa de la guerra, lo cual habla de una divinidad que en realidad es el producto de dos creencias originales distintas: una sumeria, y otra semítica. En el I milenio, Istar era prácticamente la divinidad central, y a veces se hacía referencia a ella como “la principal de los dioses, la señora de los pueblos, la regente del cielo y de la tierra”. Los mesopotámicos definitivamente concibieron un sistema politeísta cuya coherencia no existiría hasta la llegada de los griegos. La religión mesopotámica se caracterizó siempre por hacer énfasis en la distancia abismal que separaba la naturaleza de los dioses de la de los hombres.
TEMPLOS Y RITOS
Los dioses vivían lejos del mundo de los hombres. Sin embargo, residían también en las estatuas que les habían sido dedicadas. A estas representaciones se las trataba como a los dioses mismos. Como los soberanos más poderosos solamente podían habitar palacios, la palabra que designa el templo significaba simplemente “casa“. Los templos (los ziggurat) eran las casas por excelencia, las más bellas y ricas que pudieran existir.
El templo mesopotámico, construido y mantenido por el mismo soberano, era una institución gigantesca, que no sólo se ocupaba de los aspectos religiosos de la ciudad. Allí se mantenía al dios, y se lo trataba como a un ser vivo: se le ofrecía alimento, joyas, vestidos y sacrificios. Como un soberano, salía a veces de su morada para aparecer entre los hombres durante las grandes celebraciones

EL LEGENDARIO HÉROE GILGAMESH
Como ocurría con la inmensa mayoría de sus contemporáneos, los habitantes de la región de Mesopotamia utilizaban mitos y leyendas para explicar la creación del mundo, los fenómenos naturales y algunos aspectos principales de su ordenación social. Los relatos relacionados con dioses, diosas y héroes de la mitología mesopotámica que han llegado hasta nosotros son muy significativos, pero ninguno de ellos ha alcanzado la importancia del gran héroe legendario Gilgamesh.
Las aventuras de Gilgamesh han sobrevivido hasta la actualidad a través del conocido como ‘Poema de Gilgamesh‘, el primer poema épico de la historia de la Humanidad que se conoce hasta el momento. Este poema se halló en la espectacular biblioteca de Nínive, donde se encontraron más de 20.000 tablillas en escritura cuneiforme que presentaban información de todo tipo, incluidos relatos de índole religioso. La inmensa mayoría de las tablillas que allí se encontraron se conservan actualmente en el Museo Británico, incluyendo las tablillas que relatan las aventuras de Gilgamesh.
Según cuenta esta epopeya, Gilgamesh era un rey de Uruk que nació de la unión de la diosa Ninsun y del sacerdote Lillah. En un principio, Gilgamesh era un rey tiránico que oprimía a su pueblo y que era mal considerado por su comportamiento lujurioso y violento. Los habitantes de Uruk rogaron a los dioses que les liberaran de su yugo y, atendiendo a sus súplicas, la diosa Aruru creó de la arcilla a Enkidu, una criatura capaz de retar en combate a Gilgamesh y derrotarlo. Sin embargo, tras emprender la lucha, ambos personajes traban una estrecha amistad. Juntos, inician un viaje en busca de la gloria, viviendo varias aventuras hasta que, tras el asesinato del Toro del Cielo, los dioses deciden que Gilgamesh tiene que pagar por su muerte y deciden darle muerte a Enkidu.
Roto por el dolor y temiendo su propia mortalidad, Gilgamesh inicia un viaje para conseguir respuestas sobre la idea de la muerte y busca la inmortalidad en los confines del mundo. Teniendo lo que deseaba en sus manos (una planta que devolvía la juventud a quien la consumía), se ve atacado por una serpiente que se la roba y pierde para siempre la oportunidad de alcanzar la inmortalidad que tanto anhelaba. Así, como última de las muchas enseñanzas que aparecen en esta epopeya, la inmortalidad aparece como patrimonio exclusivo de los dioses.

  
CONCLUSIONES
La epopeya de Gilgamesh trata temas de gran importancia como el miedo a la muerte, la búsqueda constante de la inmortalidad, el amor, la amistad y las cualidades del buen gobierno, entre otros temas. Así, Gilgamesh y Enkidu aparecen como héroes que realizan una gran cantidad de hazañas y que se mueven en un mundo en el que conviven los dioses y los humanos.
En la actualidad seguimos con ese miedo a la muerte y a la trascendencia, seguimos buscando ser héroes para llegar a la plenitud, no desde la misma inspiración o creencias pero sí siendo personas nobles, sencillas, con sentimientos de justicia y hermandad para llegar a nuestra tierra prometida.




BIBLIOGRAFÍA
·         Bottéro Jean (traducción María Tabuyo y Agustín López), La religión más antigua: Mesopotamia Madrid España, Trotta, 2OOI

·         Lara Federico, Poema de Gilgamesh: un viaje fallido a la inmortalidad, Madrid, recuperado de http://antiqua.gipuzkoakultura.net/pdf/POEMA%20DE%20GILGAMESH.pdf

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