Gracias a los resultados de las investigaciones
realizadas en torno a la incidencia de las emociones en el aula sabemos que
muchos de los problemas surgidos en el ámbito escolar tienen origen emocional.
Dicho origen está fundamentalmente en la incapacidad para gestionar debidamente
las emociones. Las emociones ofrecen información relevante sobre el ser humano,
sobre los deseos y necesidades de individuos y colectivos, sobré qué aspectos
inciden en los demás o las razones que guían el comportamiento de las personas.
Según una investigación de la UPV/EHU coordinada por Aitor Aritzeta, profesor
de la Facultad de Psicología, si se gestionan debidamente dichas emociones en
las aulas se logra que el rendimiento académico sea mayor; es decir, la
educación emocional facilita el trabajo para procesar información y hace más
comprensible lo aprendido.
La educación ha cambiado mucho en las últimas
décadas, los sistemas educativos cada vez están más adaptados a los
descubrimientos habidos en torno a las emociones latentes en el ámbito escolar
y además de capacidades cognitivas se cultivan también capacidades integrales:
emociones, competencia musical, lingüística, cinética y espacial, comunicación,
trabajo en equipo y un largo etcétera. Podríamos definir una de ellas, la
inteligencia emocional concretamente, como la capacidad del ser humano para
detectar, comprender y regular emociones y sentimientos de forma apropiada y
específica.
“La inteligencia emocional individual es muy
importante para comprender y poder predecir el comportamiento en la escuela;
pero el comportamiento de alumnos y alumnas se da en un contexto y no está desligado
de dicho contexto. Es imposible explicar un suceso basándose únicamente en las
características del individuo. Es imprescindible tener en cuenta las variables
contextuales y variables sociales que han podido incidir en dicho suceso; es
decir, tener en consideración la inteligencia emocional grupal. En un aula
alumnos y alumnas comparten experiencias emocionales y dichas experiencias
pueden incidir, en mayor o menor medida, sobre el comportamiento de los
individuos. Precisamente, en la actualidad el análisis emocional es clave para
comprender las interacciones en el aula e indagar los patrones de la motivación
para aprender de alumnos y alumnas. En el contexto del aula alumnas y alumnos
son especialmente sensibles ante el significado emocional de las experiencias
académicas y ante las experiencias emocionales de sus amigas y amigos, ya que
éstos están muy cerca y son importantes socialmente”, explica Aitor Aritzeta,
profesor de la Facultad de Psicología de la UPV/EHU y coordinador de la
investigación ‘Classroom emotional intelligence and its relationship with
school performance’ publicada en la revista ‘European Journal of Education and
Psychology’.
La investigación tenía dos objetivos: por un
lado, desarrollar un cuestionario que fuera capaz de medir la inteligencia
emocional grupal; y, por otro, analizar la relación entre aulas con
inteligencia emocional alta y rendimiento académico. Gracias al trabajo del
equipo de investigación Qualiker coordinado por Aritzeta se ha desarrollado un
cuestionario de 16 ítems para evaluar la Inteligencia Emocional grupal. El
cuestionario mide con cuántas destrezas cuentan los miembros del grupo para
centrar su atención en las emociones del grupo, expresar y comprender
debidamente las emociones y gestionar y reemplazar situaciones emocionales
positivas o negativas.
El equipo investigador de Qualiker analizó 59
aulas de la Comunidad Autónoma del País Vasco, que abarcaban a un total de 794
adolescentes de 13-19 años de edad, con el fin de descubrir si hay una relación
positiva entre inteligencia emocional alta y rendimiento académico. “Hemos
detectado que en las aulas con inteligencia emocional alta (aulas que han
logrado puntuación alta al responder al cuestionario) el rendimiento académico
(nota media) es mayor. Ello no significa que no haya alumnos o alumnas con
malos resultados, pero la nota media de todos los alumnos y alumnas del aula es
más alta. ¿Por qué ocurre? Porque los alumnos y alumnas de las aulas con
ambiente emocional positivo, quienes están muy identificados con dichas aulas,
muestran una mayor versatilidad en los procesos de enseñanza-aprendizaje y
logran mejores resultados académicos que quienes no se sienten identificados
con el aula y están en aulas de ambiente emocional negativo. En definitiva,
facilita el trabajo de procesar información y hace más comprensible lo
aprendido”, afirma el investigador de la Facultad de Psicología.
No hay comentarios:
Publicar un comentario